ETAPA 5: Ascenso al ROQUE DE LOS MUCHACHOS

 18 Km

Muy dura.

Uno de los hitos de la semana al que mirábamos de reojo desde que apareció a nuestra vista en Barlovento. Imposible obviar las comparaciones con el ascenso al Teide de dos años antes.

Dejamos el sendero del GR 130, que da la vuelta a la isla (queda en la cada vez más enorme carpeta "pendientes"), y nos internamos en el GR 131, denominado "El bastón" y que recorre la parte central de la isla. El recorrido debía de haberse iniciado en el puerto de Tazacorte, pero el sendero estaba cortado para hacer obras de mejora de cara a la Transvulcania que sería en unos días. Así que comenzamos donde llegamos el día anterior, en el Mirador del Time, lo que facilitó nuestra logística y nos libró de casi 400mde desnivel.

Compramos algunas provisiones en el supermercado de la Cooperativa agraria que está prácticamente a pie de salida y nos dirigimos a nuestro punto de partida.

Enseguida tomamos la senda. Tampoco es muy pronto ya que la mayoría de la subida está cubierta por la vegetación y calculamos poco tiempo de subida. Son unos 2.100m de desnivel que hay que superar realmente en unos 14 km.

La primera parte del ascenso transcurre por un poblado diseminado, pero enseguida lo abandonamos para ascender por una pendiente pronunciada, continua y un poco estrecha. Apenas vemos gente en ese primer tramo, tan solo un par de trail runners que están entrenando y que después veremos cómo realizan el descenso del pico, que es una de las partes clave del famoso ultra maratón. A lo lejos vemos como van difuminándose las construcciones de la costa.

Poco tiene que ver, al menos en mi recuerdo, este ascenso con el del Teide. El tinerfeño resulta inmisericorde durante horas, hasta llegar a las Cañadas y después de las mismas. El Roque resulta más amable. Cuando parece que ya te está venciendo te regala una pequeña vereda llana, apenas unos pocos metros que resultan revitalizadores para los músculos. El enorme pinar por el que transcurre la gran parte del recorrido permite que la temperatura sea la adecuada para un esfuerzo de este tipo.

Apenas hacemos una breve parada para el hamaiketako y seguimos andando para no perder ritmo. Siempre nos sorprendemos a nosotros mismo dando lo máximo en estos días señalados, pero la verdad es que la ruta resulta mucho más sencilla que muchas de las etapas sube y baja por barrancos que hemos realizado en el GR 130. El ritmo es tan continuo como adecuado, nadie pierde pie, todos andamos a la par.

Llegado un momento, dejamos atrás los pinos y, con la Caldera de Taburiente al lado derecho, comenzamos la última parte del ascenso. Desaparece la vegetación, pero la altura facilita que el calor no apriete. Comenzamos a divisar a lo lejos los imponentes telescopios y ya somos conscientes que lo peor ya ha pasado. 

Al fin llegamos a la carretera y sabemos que la cima está a nuestro alcance. Se producen algunas carreras, un tanto infantiles pero que demuestran la alegría del momento, para lograr ser el primer kangrena en hollar el Roque. 

El parking está lleno de coches y el mirador de turistas. Las nubes se sitúan por debajo nuestro y nos impiden ver el espectáculo natural de la Caldera. Fiamos esa maravilla al siguiente día y tras sacar una joven astrónoma holandesa un par de fotos grupales (que nadie sabe en qué móvil quedaron) nos encaminamos hacia el coche que está aparcado unos kilómetros más adelante.

El animo es bueno y las bromas son continuas, pero el musculo se ha quedado frío y las ganas de llegar al vehículo convierten ese tramo en un poco pestoso.

Al llegar al coche de alquiler el frío ya se nota. Algunos se cambian y comen algo ante la atenta mirada de un negro cuervo. Ya lo vimos en el mismo lugar el día anterior. En un descuido, el córvido aprovecha para robarnos un paquete de galletas y llevarlo hasta una ladera demasiado peligrosa para intentar un rescate. Cuervo 1- kangrenas 0.

Descendemos en el coche buscando el otro vehículo que esperamos siga aparcado en el Time. El viaje es  largo y la pobre Auxi lo realiza en el maletero sin quejarse.

Cuando llegamos al Mirador observamos los efectos de la erupción del volcán Tajogaite o Cumbre Vieja en el valle de Los Llanos y decidimos comer algo en la cafería del Mirador.

La cafetería del Mirador de El Time nos acoge en su interior mientras los turistas se solazan en la terraza. Unos bocadillos y unas tostas nos sirven para capear el hambre. Están bastante bien y el servicio es rápido y amable, así que poco más se puede pedir. 

Los godos decidimos ir a visitar el puerto de  Tazacorte y observar los estragos de la erupción volcánica desde cerca. Nos impacta la altura de la colada solidificada. Han conseguido retirar una parte para habilitar la carretera, pero se ven claramente los efectos de la lava y cómo buscó el mar para crear la fajana. Sin duda, para muchos de nosotros, una experiencia inolvidable.


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