32 km
Dificultad alta.
La etapa más larga, con diferencia, de la ruta y encima con dificultades por unas obras y por el calor.
Planteamos la intendencia de esta etapa de una manera diferente. Isidro y Auxi irían con un coche al Mirador del Time y regresarían a Garafía y el resto lo haríamos al revés para confluir después en el parking de Roque de los Muchachos de cara al siguiente día. Además teníamos que recorrer algún kilometro más por habernos quedado "cortos" el día anterior en Garafía.
El calor apretaba de buena mañana y eso que madrugamos para poder empezar pronto. Los primeros kilómetros son bastante sencillos, nada que ver con los días anteriores. El ritmo era alto y el ánimo muy predispuesto a una jornada muy larga. Los barrancos son mucho menos pronunciados y con la experiencia de los días pasados los solucionamos sin dificultad.
En el kilómetro 8 comenzamos a ascender. En apenas tres kilómetros sorteamos casi 400 metros de desnivel subiendo prácticamente por un camino asfaltado. Algunos turistas descienden poco a poco en busca de no se sabe bien qué, pero pensamos que se arrepentirían al retornar.
En la parte alta encontramos una sierra con pinar y una vez allí sorteamos un par de barrancos cubiertos de vegetación. Descendemos poco a poco hasta Puntagorda en busca de un lugar donde hacer una primera parada, la del bocadillo.
Como la ruta transcurre por la carretera y no observamos ningún negocio de hostelería abierto, decidimos comer el sándwich en un área de recreo arbolado al margen del asfalto. Prácticamente seguido continuamos marcha y encontramos la primera duda del día al no ver el cruce en la carretera. ¡Menos mal que las tecnologías han venido para solucionar la vida kangrena!
Finalmente la hallamos y salimos de Puntagorda. El viento sopla con fuerza cuando nos encontramos con Auxi e Isidro que viene desde el otro lado. Nos advierten de que está plagado de obras que interrumpen el camino y de que no vayamos por un ramal con un importante desnivel, pero que no soluciona demasiado. Spoiler: iremos por allí.
La ruta en este tramo circula paralela a la carretera LP-1 y por una vez vemos los barrancos, como el de Garome, desde arriba sin tener que transitar arriba y abajo. Se agradece, aunque resulta mucho más monótono.
Abandonamos la carretera en Tinizara, en un cruce junto a una vieja tienda de comestibles donde dos mujeres conversan, y tomamos una carretera más pequeña. Descendemos, pero la falta de vegetación provoca que comencemos a notar el calor.
Circulamos por caminos y carreteras semi urbanizadas justo debajo de la LP1. El mar a nuestra derecha, pero considerablemente lejos. El valle de esta costa oeste nada tiene que ver con lo visto hasta entonces. Es una amplia vaguada que permite observar kilómetros y kilómetros de costa.
En el kilómetro 23 nos topamos con una obra en la carretera principal y tenemos que ascender a ella para continuar camino. La erupción volcánica de 2021 ha dejado dañada gran parte de la vía y está en reparaciones. El calor aprieta como nunca y decidimos buscar un lugar donde refugiarnos.
El Restaurante Los Olivos nos acoge. Sirven comida centro y sudamericana en una curiosa variedad. El camarero es tan atento como poco resuelto y tarda un mundo en traernos la carta y servirnos las bebidas a los sedientos kangrenas, pero nos marchamos con un buen sabor de boca, literal, y con las fuerzas repuestas.
Reanudamos la marcha y nos encontramos, nada más salir del pueblo, con la obra cortando la senda. Debemos volver a transitar la carretera y con el volumen de tráfico que había decidimos seguir cuesta abajo por la senda, la que no nos habían recomendado Isidro y Auxi. Bajamos una ladera escarpada hasta encontrar el cauce pedregoso de un río seco para poder ascender de manera abrupta. Lo que viene a ser poco más de 500 metros de carretera llana se convierte en más de media hora de dura caminata.
Seguimos por la vereda de la LP-1 viendo nuestro objetivo a lo lejos. Empieza a notarse el esfuerzo continuado y dejamos la senda indicada para transitar los últimos metros por el arcén de la carretera hasta hallar el coche aparcado el camping del mirador.
Nos avituallamos con las bebidas que aun se conservan frescas en la nevera del coche, nos cambiamos y partimos con premura hacia el parking del Roque de los Muchachos.
El trayecto es largo y sinuoso teniendo que desandar más de lo recorrido en el día. Cuando divisamos los enormes telescopios de la planicie de la montaña nos sentimos maravillados y transportados a un paisaje de Marte. El parking superior del Parque Nacional se cierra de noche, así que con prisas descendemos hasta dejar el coche aparcado en un lugar estratégico y cercano, esperando al siguiente día, y nos marchamos, por fin, camino de la casa y de una buena barbacoa.
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