20 Km
Dificultad media-alta (+1.500m)
Algunos ya conocieron la noche anterior que Franceses está más lejos de los que indica el mapa. Llevamos un coche para dejarlo en meta y poder regresar nada más finalizar la etapa y circulamos por primera vez por una carretera sinuosa en exceso que se nos haría familiar en los siguientes días.
Salimos de la casa para ponernos en marcha y mientras recorremos el paseo marítimo a primera hora de la mañana observamos a los lejos, en el alto, las calles de Los Sauces. Las rampas asfaltadas tienen un porcentaje realmente duro, de tal manera que parece una imprudencia dejar aparcados los coches en semejante desnivel, pero esto no parece que asuste a los lugareños.
Al llegar a la plaza de Los Sauces, cruzamos la carretera y miramos con interés la sierra que se dibuja al norte, tratando de descifrar el punto por donde se supera aunque sin hallarlo. De momento descendemos para alcanzar de nuevo la carretera en una curva de herradura, antes de iniciar un ascenso de 5 kilómetros hasta Barlovento.
En mitad del camino, en las increíbles cuestas de Las Cabezadas, un campesino nos informa de cómo el cambio climático ha producido cambios en las corrientes, los vientos y el clima de la isla, lo que repercute en su modo de vida de forma directa.
En Barlovento hallamos cerrado casi todo y decidimos refugiarnos del viento en un callejón para poder comer tranquilamente el bocadillo de media jornada.
El siguiente tramos es uno de los más cómodos y gratificantes de la jornada y de la semana. Una vez superada la cresta de la sierra norte en Barlovento, descendemos de manera suave y constante con la vista puesta en la, aún más, agreste costa norte de la isla. Aquí la vegetación y la orografía han cambiado, Apenas se ven núcleos poblados, los acantilados se notan más abruptos y nos persigue la sombra del Roque de los muchachos, allí arriba tan cerca del cielo.
El sendero es muy liviano y nuestra mente comienza a pensar en que llegaremos pronto al final. Hallamos un bar en mitad de la ruta, en Lomo de la Crucita, el bar Víveres Gallegos y decidimos que ya que el calor aprieta y apenas nos quedan 5 km para arribar al coche es un buen momento para parar y tomar un refrigerio.
El bar está muy animado por la parroquia local, que apenas levanta la cabeza cuando ven llegar a unos forasteros con pintas tan raras. El mundial de motos en la tele es el sonido y la imagen más remarcable del establecimiento, aunque parece que la clientela tampoco le haga demasiado caso. Pedimos unas cervezas y unos bocadillos de sobrasada que, con más gula que hambre, tragamos en apenas unos pocos mordiscos.
Nos despedimos de tan peculiar lugar y con animo renovado pensamos en que en poco más de una hora hallaremos el coche esperándonos con ropa de cambio. Nada más lejos de la realidad. Hora y media nos cuesta descender el barranco de Lomo, de 200 metros, y ascender a Franceses, un desnivel positivo de más de 400 metros. ¡Todo en apenas 5 km! Ni el descenso resulta técnicamente sencillo ni el ascenso, con el sol en lo más alto, es un regalo. Penamos hasta divisar a lo lejos las escasas casa de Franceses.
Los últimos metros, Jon y Jesús van viendo la victoria de Pogaçar en la Lieja-Bastón-Lieja en el móvil mientras observamos la estrechez de la carretera y la habilidad del conductor del bus de línea.
Hallamos por fin el coche y tras cambiarnos de ropa, al ver que ni en Franceses ni en Barlovento hay ningún local de hostelería abierto, compramos algo de pan y unas cervezas en Barlovento y regresamos al campamento base. Se inaugura en ese momento una de las "tradiciones" de la semana: al ser seis, Auxi ocupa un lugar ancho pero incomodo y poco humano en el maletero trasero del coche de Isidro.
A la tarde, disfrutamos de uno de esos momentos que recordaremos siempre: el baño en las piscinas naturales de La Fajana y para completar un día magnifico cenamos en el guachinche Chipi-Chipi, uno de los más famosos de la isla. Muy buena comida y eficiente servicio. Un broche final a la altura de una etapa inolvidable.
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