ETAPA 6: MÉRIDA-ZAFRA


De cómo otro día de transición  se complica y no nos permite llegar demasiado pronto. 


Esta parte de la Vía de la Plata nos es desconocida porque la anterior vez, allá por el 2009, salimos desde Mérida. Así que teníamos ganas de descubrir y lo que vimos nos gustó.

Amaneció Mérida con frío y, esta vez sí, encontramos rápidamente la salida de la ciudad. 
Encontramos de nuevo la N-630 y la dejamos para comenzar una senda rápida por la sierra. Los kilómetros pasan veloces gracias al terreno favorable y a estar ya muy adaptados a nuestras monturas, aunque seguimos teniendo algunos problemas mecánicos. 
Decidimos tomar un refrigerio en la entrada de Villafranca de los Barros y desde allí tirar hasta el final. Circulamos buscando las señales entre las callejuelas del pueblo y hallamos una salida cercana a la autovía. La carretera pica para arriba y, una vez más, los GPS nos ofrecen lecturas diferentes para alcanzar el mismo destino.
Tras superar un puente nos adentramos en tierra de olivos y observamos un curioso albergue donde decidimos entrar a hacer una visita turística.

La dueña de La Almazara nos obsequió con una visita guiada al molino de aceite restaurado que ahora hace las veces de albergue turístico. Fueron tan atentas y serviciales y el lugar nos gustó tanto que decidimos quedarnos a comer allí. Nos prometió un menú del día muy económico, quizás demasiado, que no cumplió las expectativas. Pero el entorno era una maravilla y estaba decorado con gusto. A nuestro lado se sentó un grupo de personas, más ancianas aún , a los que el ambiente no les llamó tanto la atención como para no quejarse por la cantidad/calidad de las viandas. Después de acabar nos hicieron otra visita guiada por las modernas instalaciones del albergue, que incluye una piscina, y charlamos sobre las dificultades e incertidumbres de emprender ese negocio con la pandemia y el descenso de peregrinos de estos últimos años.
Un buen albergue para ir a relajarse, descansar y descubrir las bondades culinarias de otros establecimientos de la zona.

Con las ganas justas después de comer, tomamos una senda que serpenteaba arriba y abajo entre un barrillo naranja que se pegaba a las ruedas. El grupo iba bastante estirado y costó mucho llegar al siguiente pueblo, Los Santos de Maimona. allí reagrupamos, cruzamos el río y nos dirigimos a  Zafra en busca del hotel.

El Hotel Cervantes es un establecimiento con las instalaciones quizás demasiado anticuadas, pero donde el trato fue muy cálido y nuestra estancia resultó muy placentera. Nos ofrecieron una habitación en desuso para que pudiéramos acomodar las bicis. Las habitaciones eran muy amplias y el baño era funcional. la única pega es que no ofrecía servicio de comidas, pero al estar en el centro de Zafra tampoco tuvimos mucho problema.
Ideal para una visita a Zafra: económico, céntrico y excelente trato.

Antes de la visita turística llevamos las bicis a lavar a una gasolinera y a reparar, ya que la de Jon no andaba muy fina. 
En Bicicletas Sánchez Pimienta el trato fue excelente y nos repararon la bici muy diligentemente. La tienda es nueva y una maravilla. En la pared un vinilo recuerda la altimetría de la etapa en la que venció Julián en la Volta del 2009, donde también se hizo con el maillot rojo de la general que luce orgulloso en un cuadro junto a ella. Salva aprovechó para comprar algo de ropa, incluidos unos manguitos rojos que sin él no hubieran tenido salida posible.
Muy recomendable para los peregrinos en apuros y los sibaritas del ciclismo, tanto los espectadores como los practicantes.

Ninguno de nosotros conocía la ciudad así que fuimos a visitar los puntos clave que nos habían indicado en recepción del hotel: el majestuoso parador, antiguo castillo de los duques de Feria; la Plaza Grande y la Plaza Chica; la judería y todos los rincones maravillosos que tiene la localidad.


Nos recomendaron cenar en el restaurante Meraki, situado en la Plaza Grande, y allí nos dirigimos. Es un local con un diseño muy cuidado, un poco más caro del nivel nuestro en estas salidas, nivel cutre, pero la verdad es que tanto el trato, como la presentación y los platos estaban muy bien. Quizás echamos en falta un poco más de cantidad, pero es que nosotros somos demasiado "carpantas" para ir en estos viajes a un lugar un poco más fino.
Ideal para ir a cenar en pareja o con amigos un poco más delicados que los kangrenas "on tour".

Después de cenar nos retiramos, dando un agradable paseo, al hotel.






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