ETAPA 1: ZAMORA-SALAMANCA

 
De cómo lo que se presumía una jornada de transición, para poder ajustar y medir las alforjas y la montura, se convirtió en una jornada dantesca de lluvia y frío. 


Partimos animosos de la majestuosa catedral zamorana con el día amenazando agua y una temperatura realmente baja. Nos abrigamos con todo lo que llevábamos en el equipaje y partimos rumbo a Salamanca por el camino.
Enseguida la tierra arcillosa del sendero se convirtió en una trampa y tras salir del atolladero, no sin dificultad, conseguimos alcanzar la Nacional 630, paralela a la autovía. Por el arcén de esa carretera ciclamos toda la jornada, separados, cada uno penando y luchando contra el frío viento en contra y la lluvia que nos empapaba por completo.
A falta de diez kilómetros tuvimos que parar a calentarnos y reponernos por que Salva, y algunos más, rozaba la congelación. 

                                                   

Asador Joaquín en Calzada de Valdunciel fue el local que nos acogió. A pesar de nuestro aspecto y nuestras evidentes necesidades tampoco es que fueran demasiado amables con nosotros. Podemos decir que el trato fue correcto, incluso frío, pero quizás no lo amable que demandábamos en ese momento tan complicado en el que teníamos que abrazarnos unos a otros para poder entrar en calor mínimamente. El precio por las consumiciones resultó excesivo por unos caldos y unos bocadillos. Aparte hay que valorar la simbología franquista que no le daba un aspecto demasiado acogedor, aunque el asado que estaban preparando en el horno de leña tenía una pinta estupenda.
No recomendable si no llevas pulseritas con la bandera nacional y una cartera repleta de dinero en "b".

Cuando salimos del local el cielo pareció darnos un poco de tregua y el viento soplaba favorable, así que nos presentamos en Salamanca mucho antes de lo que esperábamos.
A la entrada, en un semáforo, Jon tuvo una caída leve y Jesús marchó hacia adelante sin batería en el móvil. Con dificultades, ateridos de frío y muy cansados conseguimos llegar al hotel y poder descansar.

Hotel Castellano centro es el lugar que habíamos reservado para descansar esa noche. Hotel "bike friendly" con muchas facilidades para guardar, limpiar y hacer el mantenimiento de las bicicletas. Gran amabilidad del personal y habitaciones espaciosas. No demasiado nuevas, pero cómodas y bien equipadas. El precio era muy asequible, incluyendo el desayuno "buffet". Lo peor es que estaba un poco alejado del centro histórico de la ciudad, aunque en un día menos desapacible quizás hubiéramos disfrutado el paseo.
Muy recomendable para ciclistas de paso por la ciudad.

Abrigados con la poca ropa que manteníamos seca, nos pusimos en marcha para realizar algunos recados, visitar el centro y cenar copiosamente, ya que apenas habíamos comido nada al mediodía.
Una vez compradas algunas pastillas de freno y algún repuesto más, nos acercamos al albergue de peregrinos, situado junto al Jardín de Calisto y Melibea.
Antonio, el hospitalero italiano, nos ilustró con muchas anécdotas de sus experiencias como alberguista. El local era quizás demasiado pequeño para la ciudad en la que se ubica, pero entendemos que en Salamanca no falta oferta hostelera y el albergue queda para los muy puristas.
Después dimos un breve paseo por el jardín que aparece en la inmortal obra de Fernando de rojas, "La Celestina", aunque una vez más el frío no nos ha dejado disfrutarla.

                                                          

Después nos recogimos en un pub irlandés, de esos que no hay en Irlanda, donde disfrutamos del ambiente juvenil tan característico de la ciudad. Para cenar escogimos algo tan turista como un menú del día en la Plaza Mayor.

Restaurante Las Torres fue el elegido y la verdad es que resultó mejor de lo esperado. Raciones correctas y calidad adecuada al precio de un menú del día. Agradecimos esa opción nocturna, poco habitual, del menú nocturno porque estábamos famélicos, después de un día tan duro.
Lugar muy correcto para comer sin alardes, que no es poco en muchas ocasiones.









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