ETAPA 8: DON BENITO-MERIDA

El final y el principio.

La última etapa, esa mezcla inenarrable entre el deseo de llegar y el de seguir pedaleando, al menos unas cuantas horas más.

Acabaremos el Camino Mozárabe como lo hemos ido haciendo estos días, en dos grupos. A Paco le sigue molestando su dañada mano y como pudimos volver a comprobar ayer el terreno es duro hasta para las extremidades sanas. Así que hará, junto a su fiel Salva, los últimos kilómetros del año por carretera. Nos despedimos en una rotonda. Nosotros, el resto, trataremos de seguir las flechas.

Nada más salir del pueblo, en una zona industrial, nos detenemos a desayunar en un bar. Tanto el servicio como la comanda de diez. Una vez más acertamos en este viaje.
Circulamos paralelos a la EX 206 con el impresionante castillo de Medellín a nuestra derecha. Como en la etapa anterior el perfil es muy llano y la única dificultad es el estado de la pista, pero nos desplazamos muy rápidos.
Al llegar a Santa Amalia nos confundimos. Un mojón con una flecha indica la dirección contraria y nos confunde. El GPS no acaba de sacarnos de nuestro error y por un momento vagamos en ambas direcciones. Al final cruzamos la carretera N-430 por un puente y llegamos al pueblo.

Desde ese punto nuestra etapa transcurrirá paralela a esa vía, reconvertida en A-5, por una vía de servicio. Sólo la subida a San Pedro de Mérida rompe la monotonía de la jornada. No es que sea un puerto de montaña, ni nada parecido, pero hace días que no ascendemos durante más de un kilómetro y las piernas se han desacostumbrado. Paramos en San Pedro a tomar una Coca Cola en el colmado local. El ambiente es eufórico y las bromas se suceden. Ya casi hemos llegado y hay que aprovechar las últimas gotas del, tan esperado durante el año, Camino.

Seguimos por la vía de servicio hasta la entrada misma en la capital extremeña. Antes de desmontar definitivamente, Isidro nos tiene un buen rato esperando mientras limpia, cuidadosamente, la bici en una gasolinera. Estamos deseando llegar y se hace inacabable esa pulcra espera. Nos volvemos a poner en marcha y pedaleamos entre los restos arqueológicos de Emerita Augusta, en busca del alojamiento. Tras una última pedalada juntos junto al teatro romano nos separamos para poder cumplimentar, a tiempo, los trámites del regreso. Quizás no es muy sublime, pero sí que es práctico. El reencuentro con Paco y Salva, que ya han llegado, así como la última foto juntos tendrán que esperar.

EL OFF ROAD

Viajar en bici da muchas satisfacciones, pero tiene muchos incordios. Sobre todo si te tienes que desplazar lejos de tu lugar de origen. Así que lo primero que hacemos, algunos de nosotros, es enviar las bicis por mensajería (con el engorroso trámite de meter una 29¨ en una caja diminuta, para lo que hay que soltarla entera). Mientras otros van a por los coches de alquiler con los que nos desplazamos, unos a Madrid y otros a Barcelona. Las agencias, tanto de transporte como de alquiler de coches, cierran pronto y el sábado a la tarde no funcionan así que es lo más urgente.
Una vez de regreso todos en el alojamiento, y bien comidos, nos disponemos para el paseo. Pasamos toda la tarde del sábado vagando por el centro histórico de Mérida. Visitamos los restos romanos, el teatro y el anfiteatro, con Jon de guía improvisado. Resulta un marco magnífico para hablar de próximos proyectos y hacer balance de este duro, e intenso, Camino Mozárabe. Quizás uno de los más exigentes físicamente, no solo por los perfiles que es lo primero que solemos apreciar, sino por el desgaste que produce el continuo traqueteo del bacheado camino. Eso sí los paisajes tan maravillosos que hemos disfrutado, así como la convivencia, han sido inolvidables. Aunque siempre nos cuesta recorrer un tramo o empatizar con otro, los kangrenas siempre lo superan.

Casa Turística Termas, Merida


Para este último día los organizadores habían alquilado una casa alquilada. Estaba muy bien, muy céntrica y enorme. Tres pisos divididos en: uno para la recepción, otro para los lugares comunes, otro para las habitaciones (con dos baños grandes), e incluso una último con una pequeña terraza, tendedero y lavadero. Demasiado azulejo quizás pero por lo demás un pequeño lujo. Sobre todo la cocina y el enorme salón comedor, de tal manera que decidimos comer y cenar allí mismo, después de comprar las viandas en el colmado de al lado. Sobre la calidad de las comidas que opinen otros, ya que fuimos varios los que trabajamos en su elaboración y servicio y el que es parte no suele tener un criterio objetivo para hablar de ello. Solo decir que la velada resultó amena e inolvidable, así como un gran colofón a una semana dura pero, una vez más, llena de vivencias y recuerdos para toda la vida


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