El alpinimo, nueva dificultad superada con exito por los kangrenas
El cielo estaba totalmente
despejado, lo que después de la nevada que sufrimos el día anterior en Fuente
Dé parecía un milagro. Se notaban los nervios de las jornadas importantes ya
que empezamos a montar tal escándalo que salió una huésped de la habitación
para quejarse del ruido que metíamos.
Una dominguera con sueño y malas pulgas.
Después del paradisiaco desayuno
nos desplazamos en coche a Cosgaya. Teníamos que desandar seis kilómetros para
encontrar el cruce al pueblo que pasamos el día anterior. Por el camino
devolvimos a los madrileños la tablet
que se habían dejado en el albergue. ¡Anda que cargar con el peso de una tablet, menudos peregrinos!, si lo
descubre antes Isidro les hace enviarla a casa por correo.
Aythami nos dejó en la carretera
y subimos tranquilamente la pronunciada cuesta mientras aparecía la segunda
tanda kangrena. Aprovechamos para sacarnos una foto con la estatua de Don Pelayo.
Los cántabros han proclamado este pueblo como “patria chica” de la figura
mítica de la Reconquista, y de la formación
del reino Astur, sin ninguna base histórica y encendiendo el ánimo de sus
vecinos astures que lo reclaman como propio. En ese punto nos despedimos de
Aythami, que ha decidido regresar a casa dejando el coche en León. Como ultimo
favor llevará las mochilas de los más flojos hasta la meta de hoy.
Con buen ánimo nos disponemos al
ascenso. Esta quizás es una ascensión más dura que la original pero esperamos
franquearla sin muchos problemas. El camino asciende de salida poco a poco,
ideal para ir quitándonos el frio de la mañana. A nuestro grupo se ha sumado
Marcos que se acostumbra al ritmo pausado, continuo y parlanchín de la grupetta. La ascensión por un bosque de
coníferas nos deja muy buenas sensaciones tanto en lo paisajístico con en el
rendimiento. Cuando la cosa se empieza a poner seria los kangrenas responden al
terreno con displicencia, sin cejar en la conversación, a pesar de que el
porcentaje a veces entrecorta la voz. Son mil metros de desnivel y se notan en
el tramo central de la subida.
Superamos sobre el kilometro seis
de ascensión una campa enorme con una borda para el ganado y regresamos, sin
perder el camino, al resguardo de los arboles. Encontramos algunos restos de
hielo y aprovechamos a sacar unas fotos, por si acaso no tenemos ocasión más
adelante. Pero vaya sí la vamos a tener. Seguido nos encontramos con la primera dificultad: un
nevero nos obliga a escalar la nieve con nuestras zapatillas de trekking. En ese momento Jesús toma el
mando expedicionario y calzándose sus botas “semirrígidas” va haciendo huella en la nieve para que
podamos pasar los demás. Esos últimos dos kilómetros no son los más duros en
cuanto a porcentaje pero sí los más fascinantes para los menos avezados en la
montaña. Deberemos atravesar cuatro o cinco neveros bastante largos lo que
hacen esta parte más lenta. El buen humor y la euforia reinan cuando observamos
un coche al fondo, mientras cruzamos el largo y ultimo nevero.
Coronamos muy cerca de donde está
la estatua al oso cantábrico, animal esquilmado hasta la categoría de mito imperecedero
en piedra. Nuestra gesta queda contextualizada en cuanto vemos que por el otro
lado pasean multitud de excursionistas que han aparcado muy cerca el coche y
desean un paseo dominical por la nieve. La gloria es efímera.
Descendemos por la carretera
hasta el cruce con la N-621. Paco y Salva, que se quedaron atrás, retornan
corriendo cuesta abajo. Aprovechamos para ponernos ropa, descansar y
avituallarnos antes de reanudar viaje. Tomamos
la ancha pista paralela a la nacional y flanqueada por los arboles. Al
principio tenemos que atravesar varias zonas por donde corre agua del deshielo y enseguida nos encontramos
con nieve que bloquea el camino. En esta ocasión está mucho más dura y nos permite
andar por encima, por lo que superamos el tramo sin mucha dificultad. La pista
nos coloca, tras tres kilómetros, en Llánaves de la Reina.
Desde esta localidad descendemos
por la carretera nacional. El paso entre montañas es estrecho y no permite un
camino alternativo por lo que se hace un poco pesado. El Arroyo del Naranco nos
enseña un cañón precioso para realizar descensos y unos paisajes montañosos que
poco tienenque ver con la otra vertiente de la cordillera. Esta es más escasa
en vegetación, más árida en apariencia, quizás por estar barrida por gélidos
vientos gran parte del año. Cerca de un pequeño túnel observamos el habilidoso
transitar de unos rebecos, que cruzan de un lado al otro de la montaña en un
par de saltos.
Tras cinco kilómetros de descenso
por la calzada llegamos a Portilla,
donde enlazamos con el trazado original del Camino Vadiniense.
BAR PICO TRES PROVINCIAS, PORTILLA
Después de superar el macizo
montañoso nos merecíamos un buen descanso. Paramos en este local porque es el
primero que se atisba cuando entras en la población. Dos jóvenes atendían la
barra con bastante desparpajo. Muy acertadamente ante la oleada que se
acercaban se dividieron las comandas, el mayor las bebidas y el pequeño la
comida. Platos combinados y bocadillos era la oferta gastronómica del local. La
mayoría optó por el plato combinado de huevos y patatas con variaciones en el
elemento cárnico. Poco tuvimos que esperar a que estuvieran listos los platos y
la verdad es que no estaban nada mal. La comida estuvo amenizada por las
replicas del más joven de los camareros que respondía con soltura y gracia a las
chanzas que le intentaba colocar Isidro. Se le veía en su ambiente, con la
“escuela” que da ser hijo de tabernero.
A la salida del local pudimos “disfrutar”
de una estampa costumbrista de lo más atípica: un grupo de gente que tomaban el
sol en la terraza del bar observaban como un perrillo interrumpía el tráfico al
deambular por medio de la calzada, sin importar que viniera algún vehículo y
sin hacer ademan de apartarse, o apartarlo ante la presencia de algún coche,
ante las risas y comentarios de la parroquia.
Para combinar huevos,
patatas y humor tabernario
Nos despedimos de Marcos en el albergue del pueblo y quedamos citados para vernos en Cistierna. Días después nos contará que no había mucho que hacer en aquel pueblo y que se aburrió bastante. No parecía Manhattan desde luego.
El sol está en lo alto pero el
viento es gélido. La ruta por la carretera resulta tediosa, así que discurrimos
bastante separados y centrados en la conversación. Solo reagrupamos siete
kilómetros más adelante en Barniedo de la Reina donde cruzamos por primera vez
el arroyo, ya convertido en río Esla. Al pasar por el pueblo un perro suelto le
da un buen susto a Jesús que se lo recrimina a la dueña, quien se hace un poco
la tonta.
Estos últimos kilómetros
transcurren por el margen izquierdo del río. Por una pista bastante llana y que
no ofrece nada de interés. Cruzamos Villafrea y enseguida nos encontramos con
Boca de Huergano, otro pueblo semifantasma. En la puerta del local que hemos
apalabrado para la noche se encuentran sentados dos lugareños. Al ser
interpelados nos recomiendan más el hotel para comer que el lugar donde ellos
mismos se encuentran. Al entrar por la puerta sabremos porqué.
Tras una breve prospección entre
los locales de Boca nos decidimos por ir a cenar al hotel. El bar era grande y
tenía un par de espacios acogedores, que disfrutamos previamente naipe en mano.
El comedor era amplio y estábamos casi solos, aunque el aparato de televisión
era demasiado pequeño y estaba muy lejos para observar el partido de Champions
League. Dos primeros, servidos en abundantes recipientes que el camarero
insistía en rellenar y que supongo sería
para finiquitar las existencias del mediodía, y dos segundos. La cantidad muy
bien y la calidad suficiente, el “vino de Chernóbil” adecuado al menú del día.
Muy buen servicio y buen precio así que acabamos satisfechos nuestra visita.
Ante la falta de albergues
reservamos habitaciones en este hostalsito al pie mismo de la carretera, poco
transitada pero carretera al fin y al cabo. No tuve la “suerte” de tratar con
el dueño pero me cuentan que no estuvo demasiado simpático, lo que junto al
olor rancio que salía de la cocina hizo que nos decidiéramos por cenar en el
hotel. La verdad es que olía a fritanga toda la estancia superior, que era la
de las habitaciones, solo tenía una ducha compartida para todas, y el
mobiliario no era lo que se dice nuevo, ni vistoso. En la parte positiva
disponía de un coqueto salón con televisor del que disfrutamos. El precio
tampoco fue tan barato como para tirar cohetes pero yo personalmente dormí bien
y no tengo demasiadas quejas ya que en los viajes kangrenas estos hostales los
disfrutamos como si fueran el Ritz.
HOTEL TIERRA DE LA REINA, BOCA
Tras una breve prospección entre
los locales de Boca nos decidimos por ir a cenar al hotel. El bar era grande y
tenía un par de espacios acogedores, que disfrutamos previamente naipe en mano.
El comedor era amplio y estábamos casi solos, aunque el aparato de televisión
era demasiado pequeño y estaba muy lejos para observar el partido de Champions
League. Dos primeros, servidos en abundantes recipientes que el camarero
insistía en rellenar y que supongo sería
para finiquitar las existencias del mediodía, y dos segundos. La cantidad muy
bien y la calidad suficiente, el “vino de Chernóbil” adecuado al menú del día.
Muy buen servicio y buen precio así que acabamos satisfechos nuestra visita.
Más para estomago de cura que de reina.
0 CHICOTES
CRESCENTE S.L., BOCA
Ante la falta de albergues
reservamos habitaciones en este hostalsito al pie mismo de la carretera, poco
transitada pero carretera al fin y al cabo. No tuve la “suerte” de tratar con
el dueño pero me cuentan que no estuvo demasiado simpático, lo que junto al
olor rancio que salía de la cocina hizo que nos decidiéramos por cenar en el
hotel. La verdad es que olía a fritanga toda la estancia superior, que era la
de las habitaciones, solo tenía una ducha compartida para todas, y el
mobiliario no era lo que se dice nuevo, ni vistoso. En la parte positiva
disponía de un coqueto salón con televisor del que disfrutamos. El precio
tampoco fue tan barato como para tirar cohetes pero yo personalmente dormí bien
y no tengo demasiadas quejas ya que en los viajes kangrenas estos hostales los
disfrutamos como si fueran el Ritz.
Entre fritura y fritura una cabezada con soltura.
EL TRACK



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