ETAPA 7 FONSAGRADA - CASTROVERDE

Quizás la etapa reina, o al menos una de ellas. Haremos algunos kilómetros más de los estipulados y eso será fatal para Aythami que ya está renqueante de su tobillo. El día anterior habíamos despedido a Cristina, que se marchaba por motivos laborales, así que a medida que nos acercábamos al final el grupo se iba reduciendo día a día.
Salimos cuesta abajo. Mientras disfrutábamos del mar de niebla que cubría el valle, caminábamos por la carretera. En una curva la abandonamos para adentrarnos en un poblado pinar.
El tiempo acompañaba con un día radiante de sol
Ascendemos por el bosque hasta pasar a un nuevo valle. En la cima se sitúa un monumento megalítico y una pequeña ermita, donde ha pasado la noche un peregrino yanqui, que nos adelantará rápidamente en el descenso boscoso hasta Paradavella. Antes de llegar a este núcleo hacemos una parada para tomar un descanso en un bar alberguista cercano a ese núcleo
Tras la bajada de nuevo nos adentramos en bosque y nuevas subidas nos esperan. En la primera se nota la pendiente hasta la Lastra. Tiene porcentajes altos y nos hace amagar carreras y apretar los dientes para llegar a la cima.
Cuando adivinamos la carretera ya notamos que lo más duro ha pasado.
El segundo repecho es más continuo pero bastante duro también. Al salir de nuevo a la calzada hacemos un merecido alto en Fontaneira para solazarnos en una terraza y tomar una cerveza
Descendemos por la carretera y luego por una pista más pequeña hasta llegar a O Cadavo, que se adivina tras una zona de toboganes.
No encontramos sitio en el albergue municipal, donde parece que algunos peregrinos con bono transporte han llegado antes que nosotros, a pesar de su edad. Tras deliberar  nos encaminamos hacia Castroverde.
Desde la salida de Cadavo subimos decididamente por un pinar, talado en su parte más alta, lo que hace que no nos podamos proteger del fuerte sol del mediodía.
Apenas veremos la carretera en esa parte, que discurrirá por bosques de pinos y carreteras muy pequeñas. Vamos lentos porque Aythami viene tocado e Isidro carga con su mochila.
Durante muchos kilómetros no veremos civilización, hasta llegar al núcleo de Vilabade, donde no nos cruzamos con nadie, o casi nadie que nos pueda ayudar a llevar al canario hasta el cercano Castroverde.
Desde allí se hacen pesados los últimos kilómetros de etapa por asfalto, y con Aythami muy tocado.
En la entrada de la villa encontramos el albergue y está vez con sitio disponible. Nos duchamos, lavamos, descansamos, nos hidratamos y cenamos en la localidad lucense, viendo ya la capital muy cercana.






CRÍTICA CHICOTERA: Casa Mesón (Paradavella) : En una etapa de tantas horas, apenas una parada para tomar un bocadillo en este encantador lugar. Es difícil abstraerse a él cuando el camino pasa por su puerta y los carteles de bocadillos y bebidas, en todos los idiomas, cubren toda la fachada.
Pedimos unos bocadillos y la cosa fue lenta, bastante lenta. Nos importó poco porque disfrutábamos de su terraza bañada por el sol. Los emparedados eran grandes y no estaban mal.
Unos guiris disfrutaban de una frutal sangría, mientras el dueño preparaba el invento para escanciar sidra.
Total un cuadro rustico que completaba un chucho que holgazaneaba subido a las mesas de los clientes mientras bostezaba con displicencia (si tal cualidad es posible en un cánido).
Para un alto en el camino, sin prisa alguna.




CRÍTICA CHICOTERA: Cafe Bar Roma (Castroverde): Local nuevo, con un servicio adecuado y una carta corta basada en sándwiches, hamburguesas y algunas cosas más de picoteo. El hombre que nos atendió nos colocó en su mejor mesa, con vistas a la torre del pueblo, que apenas se divisaba entre la foresta. Todo su afán fue colocarnos su tabla de embutidos, cosa que al final logró. Nos hicieron también una tortilla de patatas que no estuvo mal. Lo peor fue la escasez de ingredientes aportados a las ensaladas. Algunos pedimos, además, sándwiches y quedamos suficientemente satisfechos.
Como siempre en Galicia el escaso volumen de la cuenta siempre es algo que disfrutar, sobre todo si vienes de lugares donde se creen que eres rico si te puedes permitir zurito y pintxo.
Impersonal, como la hamburguesería que tienes en tu barrio. Esa que visitas cuando no tienes ganas de hacer nada.
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ALBERGUE MUNICIPAL CASTROVERDE : Llegamos desde O Cadavo con miedo de no encontrar alojamiento por lo que el lugar nos apreció una maravilla. Este nuevo alojamiento, de estilo nórdico, al estar concebido minimalista y en madera, este albergue, decía, es nuevo, funcional y tan frío que a veces parecía un hospital, con sala de espera y quirofano en la cocina.
Dispone de dos habitaciones de ocho literas. El espacio es un poco reducido y apenas teníamos espacio para depositar nuestras pertenencias. Yo, que estaba en una cama de arriba, tenía que dejar a los pies de la cama de abajo la mochila con la ropa.
Hay una sala de lavadora y secadora, además de pila, y un tendedero interior, oreado por un pasillo interno.
Un albergue que nos pareció el mismísimo Hilton
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